Últimamente se ha ido adaptando a nuestra cultura una práctica controversial: Las máquinas tragamonedas. Ya no es necesario ir al casino para poder jugar y probar suerte en el azar, ahora basta con moverse unos pasos fuera de su casa para apostar y probablemente ganar dinero.
Por Carla Suazo
Sergio Fernández apodado “La Dora” de 54 años de edad, tiene un pequeño negocio ubicado en la calle Huamanchuco, sector Bonilla, el cual más que un lugar para abastecerse de víveres es un punto de encuentro para los vecinos. Él y su pareja parecen consentir a todo el barrio en lo que de negocios se trate. Aparte de comestibles, cuentan con un sin número de pares de zapatos y sandalias, además de ropa americana a la venta, toda ésta amontonada en el suelo. Una mujer entra con un ademán de costumbre, se saca su calzado y se prueba otro diferente. La relación que La Dora tiene con sus clientes es estrecha, incluso la idea de disponer de máquinas en su almacén no fue por iniciativa propia ya que los mismos vecinos se lo pidieron.
Al principio le pareció una idea razonable, por el hecho de ganar dinero sin tener que invertir nada más que el espacio. Hoy está cansado de la aglomeración de gente que se reúne a diario fuera de su estrecho local, además de estar conciente que es un daño para los niños ofrecer un tipo de juego que podría convertirse en un vicio a futuro.
Está conciente, también, de que en cualquier momento podrían quitársela según la ley, por la tramitación de la legalidad de dichos juegos. Gracias a toda esta experiencia, su opinión ha variado; “Si pasaran requisándolas, yo no tendría ningún problema en devolverla” comenta convencido simulando una suave voz, mirándose las uñas postizas y mordisqueándolas. Sus clientes que son casi todos amigos, cancelan y piden el cambio en monedas de cien, a veces no comprándole a él por jugar.
Se ha transformado en una competencia para La Dora en su propio negocio.
Así a vista de todos como un secreto mal guardado, se mantiene la distribución y comercio de estas máquinas. Le ha costado determinar a la justicia la condición de éstas, pero definitivamente se trata de juego de azar, ya que según su definición legal se remite a todo artefacto en que se efectúen operaciones al público y se generen ganancias.
“Es ilegal tenerlas en domicilios particulares, pero en negocios o almacenes podrían dejarse por razón social” Afirma Rolando Canales abogado. Agrega también que aun así no existe
restricción de edad para acceder a aquellos juegos, dejándolo solo a criterio del proveedor.
Su distribución en Antofagasta está a cargo de empresarios japoneses los cuales las dejan en los establecimientos y pasan cada una semana a retirar el dinero recaudado, el cual fluctúa entre un 70% o 90%, según previo acuerdo con los encargados.
La casa de videojuegos “Galaxy” ubicada en el paseo Prat al centro de Antofagasta consta con una variedad de máquinas en donde se reúnen los jóvenes, preferentemente escolares después del colegio a jugar. Últimamente juegos de años de tradición se han visto desplazados por siete maquinas tragamonedas específicamente. Rodrigo Pinto está en primer año de prevención en riesgos y dice ser un fanático de los videojuegos desde la básica. Está molesto por la invasión no solo de las tragamonedas sino también de los menores de edad que llenan el lugar, además de personas mayores que transforman todo el ambiente juvenil en un sector con el único fin de ganar dinero. Ya no es lo mismo, asegura.
¿Es legal o no?
En Antofagasta no se han dado permisos para distribuir o instalación de tragamonedas por ser ilegales según la moción dictada por el senado en el año 2006. Son requisadas a diario, sin embargo, eso no es suficiente para acabar con su difusión y comercio, aclara Alfredo Fuentes, jefe de rentas de la municipalidad de Antofagasta.
Los comerciantes están conformes con el nuevo negocio, no hay pago de impuestos ni boleta, las multas que pueden recibir son menores a las ganancias, y la clientela va aumentando cada vez más. Las personas están comprometidas con este tipo de juego, que más que un pasatiempo se ha transformado en una oportunidad de duplicar y triplicar algo de dinero. O de perderlo todo.
2 comentarios:
Interesante la crónica Carla, pero a ratos me faltaron unas letras y un EN pero son detalles, me gustaron las fuentes, me hubiese gustado que siguieras con lo de si son legales de una sola vez, por que cortaste y después propusiste el tema de nuevo.
nada que decir de la ortografía.
sigue así.
Nathalie Morales.
Carla bien reporteado el tema. Lo valoro ya que sé que la historia era complicada. No obsatnte no perdono los errores ortográficos y la redacción que a ratos dificulta la lectura.
Apropiación de estilo: 3
Calidad de la narración: 3
Aplicación de conceptos: 4
Idoneidad de las fuentes: 4
Valor Informativo: 4
Momento de la historia: 4
Corrección ortográfica y redacción: 2
Total: 21/28
Nota: 5,3
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