No hay esfuerzo en vano

¡QUIERO MIS VACAS!

Sin duda la palabra “verano”, tiene un significado más que especial sobretodo para los jóvenes, quienes se liberan de los estudios y quehaceres. Es así como  empieza la búsqueda de una diversión sin barreras pero que se ve limitada a la problemática del dinero. No obstante, es aquí donde se ve el ingenio de ellos para conseguirlo y no arruinar sus anheladas vacaciones

Por: Pablo Codd

Son las nueve de la mañana del 24 de diciembre, Catalina  se prepara para ir a envolver regalos a una tienda comercial.”Me da una flojera terrible, pero todo sea por unas luquitas extras al bolsillo”, dice.

La “Cata” como su familia y amigos la llaman, tiene18 años estudia medicina veterinaria en la ciudad de Concepción y llegó hace dos semanas a su ciudad natal Calama, se encuentra de vacaciones y su propósito es juntar dinero para poder conocer Machu Picchu. “Me da lata decirle a mis viejos que me den la plata, quiero por último pagarme el pasaje”, comenta con su frente ceñida, mientras envuelve el primer regalo del día.

La motivación de Catalina, como la de centenares de jóvenes a lo largo del país por conseguir dinero comienza desde el primer día de vacaciones. Marta Olivares, jefa de la sección de apoyo de navidad de la casa comercial Ripley de Mall Calama, comenta que es enorme la cantidad de jóvenes universitarios que ingresa a trabajar en verano, “Todos los días recibimos alrededor de 50 curriculums”, menciona.

Marta está conforme con la labor que cumplen los jóvenes, y cuenta que son alrededor de 30 los que a diario están trabajando en la empresa y en diferentes labores. “Me gusta la motivación que tienen, lo hacen todo por tener platita para carretear”, comenta.

La mayoría de los estudiantes que entran a trabajar en temporada de verano, lo hacen entre diciembre y enero. Jocelyn Ochoa, psicóloga juvenil explica que  los alumnos que trabajan, tienen un “cargo de conciencia” a la hora de pedir dinero para los gastos que tiene que ver con salidas nocturnas y viajes con amigos. “Les da vergüenza pedir plata, donde ven el esfuerzo que hacen sus tutores durante el año para que puedan estudiar” , explica.

Ochoa, aclara que es una etapa normal en ellos, ya que quieren sentir satisfacción por lo que logran, aumenta su proyección y se ordenan económicamente. Aunque reconoce que a veces se vuelven avaros e incluso piensan en dejar sus estudios de lado por el valor económico que esto acarrea.

Catalina trabaja con cinco amigos más, están en diferentes secciones y entre ellos están juntando lo que les falta para poder viajar. “Lo único que quiero es poder viajar, estudie todo el año para poder relajarme ahora”, dice ya un  poco exhausta de tanto envolver regalos.

 Ya es medio día, el mall está repleto de personas comprando regalos y la fila para envolverlos es bastante larga, la Cata se seca la frente, cierra los ojos, toma un poco de aire y se dice así misma en voz alta, “quiero mis vacas”.