miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cuando la afición al casino se convierte en una enfermedad.

Ludopatía, el juego donde todos pierden.


La fabulosa entrada al casino Enjoy de Antofagasta, envuelve y seduce a todos los que se paseen frente a él. Imposible no querer entrar, inevitable no querer probar las lujosas y sofisticadas máquinas tragamonedas que forman parte de este nuevo “pasatiempo” de alguno de los habitantes de esta Región.

Por Daniela Astudillo V.

El ambiente está impregnado a tabaco, la gente entusiasmada aún recorre y descubre las diversas locaciones del espacioso casino. La mayoría de las personas son jóvenes, más que nada universitarios, que no apuestan más de cinco mil pesos, ya que no está dentro de su presupuesto. Por otro lado están los matrimonios, quienes se instalan en máquinas separadas, cada uno con la mente en el juego con la esperanza de ser el ganador de algún premio, también se aprecian gitanos con sus particulares atuendos, todos listos para ganar. La zona de fumadores está repleta y se da lugar a una dimensión fuera del planeta. Es visible reconocer a los empedernidos jugadores, quienes con sus cajetillas de cigarro vacías, y con uno de éstos en mano, no hacen nada más que apostar.


Es el caso de Violetita, de unos 62 años, quien no se ha perdido ningún día desde la apertura del casino. Viste unas calzas y una polera deportiva ajustada, de contextura pequeña, luce una melena rubia un poco desteñida. Cada vez que se le está terminando su cigarrillo, comienza a sacar otro para volver a encenderlo. Lleva cerca de 4 horas sentada en el mismo “tragamonedas”, con un temblor en sus manos, no aparta la mirada de la preciada y brillante máquina. Con ambición mira y continúa su apuesta, no piensa en retirarse hasta llevarse “el premio gordo”.


La mujer cuenta que no sabe exactamente cuánto dinero ha perdido, pero que no tiene comparación con la satisfactoria sensación que le provoca el apostar. Hay días en que permanece durante toda la noche, otros que sólo va en la tarde. Ya ha ganado 7 millones, pero con todo lo que ha perdido para ganar esa suma, sigue estando con su saldo en contra.
Los guardias del recinto ya están acostumbrados a sus habituales visitas, al igual que los croupiers, quienes día y noche siguen la historia de ésta mujer quien se está transformando en una leyenda del casino a pesar de su corto tiempo de funcionamiento.


Hector Espinoza, más conocido como “el Tito”, dueño de una reconocida botillería del barrio universitario, había esperado ansiosamente la llegada del casino, ya que él se dirigía a la ciudad de Iquique de 6 a 7 veces por año solamente a jugar. Sentado en la mesa de Black Jack, mientras piensa cautelosamente su jugada, comenta que le encanta sentir la adrenalina que le provoca el juego y el azar, más aun cuando está codo a codo con grandes empresarios de la zona, como “los Korlaet”, “los Kaufman”, etc.


Tito relata que cuando ya va perdiendo más de $300.000, la suerte ya no lo acompaña y se retira, pero al día siguiente vuelve para tratar de recuperar lo perdido, a veces lo logra, a veces no. Todo es relativo. Sin embargo, en la suma y resta él, al igual que Violetita, dice que ha ganado más de lo que ha perdido, sin asumir las grandes cantidades de dinero derrochados.
Una vez a la semana él asiste con su señora y su suegra, quienes juegan binguito y máquinas, y el resto de la semana va solo, sin que su familia se entere. Es adicto al cigarrillo, consume cerca de 2 cajetillas diarias, síntoma de un ludópata.


Según el sicoanalista Petar Radic el perfil de las personas que desarrollan estas “anomalías” concuerdan totalmente con la descripción de la Violetita y el Tito. Son personas que buscan evadir sus problemas y/ o fracasos emocionales. Éste tipo de conductas no es un vicio, es una enfermedad. La ludopatía es un padecimiento crónico progresivo recurrente y puede llegar a causar hasta la muerte. Provoca serios trastornos sociales, ya sea en la familia o en el trabajo, entre otros ámbitos, que prontamente desencadena en una serie de conflictos económicos. Los jugadores pierden la noción de lo correcto.


Afirma que cuando su comportamiento entorpece con la vida normal de una persona, cuando pierde dinero, afectos y tiempo en temas puntuales, cuando se deja de lado sus prioridades, hay que hacer un hincapié porque el afectado ya está perdiendo su libertad.
Personas que poseen este trastorno, son los que a diario ve el gerente general Miguel Miranda. Pese a no compartir el fanatismo de los jugadores, participa activamente en el diario vivir del lugar supervisando el orden y recibiendo autoridades que a diario visitan el recinto. Con una expresión de satisfacción en su rostro, mirando las dependencias del espacio, explica que la existencia de enfermos de ludopatía, pueden pasar más de 10 horas sentados en la misma máquina, no son capaces siquiera de molestarse en dirigirse a comprar algún trago o cigarrillos, ya que para eso están los respectivos encargados, denominados groom.


Según cálculos de Enjoy, la gente normal promedio gasta unos 30 mil pesos por visita, lo que no afectaría mayormente el presupuesto de la familia media antofagastina. Los jóvenes deben tener especial cuidado con los síntomas de un ludópata, porque ahora están gastando cinco mil pesos, que en un futuro podrían convertirse en cientos de ellos. Porque como dice el lema " la casa siempre gana".



1 comentario:

Somos los de Informativo 2008 dijo...

danii, me gustó tu crónica.
en ella se aprecia el valor informativo y lograste mantener mi atención en toda la lectura. Es imposible perder el interés, ya que el tema es muy común en ciudades con casinos y además las historias que diste a conocer en el texto captan la atención del lector desde el inicio hasta el final.

saludos, muack :*

Daniella Jeria, paralelo II