lunes, 29 de diciembre de 2008

La ilusión siempre alcanza para todos los niños


Cuando la Navidad queda en manos de los ayudantes del Viejito Pascuero



Se acaba el año, por fin es Diciembre. Las casas comerciales y grandes tiendas comienzan con esa tradicional y casi cruel pesca de clientes, las dueñas de casas se esmeran en una ardua competencia de decoración, mientras los niños comienzan a escribir sus cartas para el cada vez más anticipado Viejito Pascuero. Todos entran en un lindo cuento de fantasía, pero, ¿Qué pasa con aquellas familias que no poseen los medios para poder cumplir las ilusiones de sus pequeños?




Por Gabriela Muñoz

Es de madrugada, un poco pasado de las cinco. María deja dormir a su pequeño hijo Joel de sólo ocho años un par de minutos más. Aún es temprano y hay tiempo para preparar todo lo necesario para disfrutar de un día inolvidable.


Joel es uno de los miembros de las más de mil familias repartidas en los diecinueve campamentos que existen en la Región de Antofagasta. Cada día despierta en su pequeña pieza, que a la vez es comedor y líving, de una humilde mediagua del campamento “Villa Alto Mendoza” de la capital regional y hoy junto a su familia y amigos conocerá en carne propia lo que realmente significa la Navidad, ya que gracias a las gestiones de trabajadores de la Gerencia de Hidrometalurgia de Minera Escondida podrá disfrutar de una entretenida fiesta de navideña tal como lo deseó en su carta.

Los primeros rayos del sol ya nacen y mientras él y sus entusiastas vecinos se preparan para asistir a la fiesta recreativa, los trabajadores mueven la mayor cantidad de ayuda para entregarles a estos niños una tarde de fantasía y alegría, alejándolos de su penosa y difícil realidad. Cada pequeño escribió su carta, a puño de ilusión y esperanza. Ciegos de confianza saben que en alguna parte, mejor aún si es en el Polo Norte, sus palabras fueron leídas.

Las horas avanzaron lento y ya son cerca de las cinco de la tarde, el lugar de encuentro es en la cancha techada de la escuela “José Lancaster”, ubicada en la Avenida Padre Alberto Hurtado, justo a los pies del hogar de Joel. Empiezan a llegar los pequeños con sus familias, sus caras de asombro son indescriptibles, comienzan a caminar por el lugar con timidez, aún no están seguros que todo este escenario haya sido preparado para ellos. Observan la decoración, las mesas
llenas de golosinas, los juegos, el gigante tobogán inflable. Se sientan cuidadosamente donde se les indica, les cuesta soltarse, el asombro los envuelve. Parecieran ser pequeños que aún no despiertan de ese sueño que en más de una oportunidad tuvieron. Y por fin empieza la esperada fiesta.

Pasan las horas, pero los chicos no se cansan de jugar, los trabajadores se convierten en niños, jugando y corriendo con los pequeños del campamento. “Estas criaturas no se imaginan lo que le entregan a uno como persona, como padre de familia, yo me he esmerado desde que supe que sería padre en entregarle lo mejor que pueda a mi familia, y con estas actividades les entrego una maravillosa enseñanza, nadie está libre de caer, lo importante es siempre ser humano, y mirar hacia el costado, nunca hacer caso omiso de una realidad que esta tan cercana a nosotros, yo vivo a menos de quince minutos de esto, como no mover influencias y tocar corazones para entregarles un momento de tranquilidad a estos pequeños”, relata el organizador
de esta actividad, Carlos Muñoz.


Las golosinas se empiezan a acabar, los niños a cansar, de pronto suenan cascabeles y con un tono grave suena la risa del esperado Viejito Pascuero. Los pequeños miran hacia todos lados con ansias, buscando de donde proceden los sonidos, los trabajadores de una manera cómplice los ayudan. De repente aparece con un saco gigante lleno de regalos. Los niños no pueden creerlo, sus cartas habían llegado a destino y los regalos a sus manos.


El panorama ahora es otro. Esos inocentes y tímidos niños que llegaron horas antes ahora ríen y corren felices. Un gesto, sólo un gesto de un grupo de trabajadores fue suficiente para que se sintieran importantes y protagonistas de esta Navidad. Ahí estaban, frente al tan querido y a veces lejano anciano vestido de rojo. Ahí estaban con sus brazos cansados por los juegos, pero llenos de energía para romper, casi de manera desesperada, esos multicolores papeles que envolvían sus sueños y anhelos. Ahí estaban, formando parte del Espíritu Navideño. Los pequeños de más edad de seguro conocen la que en ocasiones suele ser una cruel verdad, pero tal como sus nuevos amigos mineros guardan silencio y se convierten en cómplices del Viejito, ese que demostró una vez más que definitivamente sí existe.


La fiesta se acaba y todos ayudan a ordenar. María , la madre de Joel, comenta emocionada “no podríamos terminar de agradecer la bondadosa acción de estos hombres, les entregan a nuestros hijos algo que nosotros estamos limitados, una tarde donde pueden ser niños, sin pensar si habrá para comer mañana”.



UNA VALIOSA ORGANIZACIÓN


Mientras terminan de ordenar y desocupar la cancha, en otro sector de la ciudad Ximena Arestizábal, ejecutiva de Comunicaciones de Mall Plaza Antofagasta, toma la iniciativa frente a sus compañeros de trabajo, motivándolos para hacer una actividad navideña, ayudando a alguien que lo necesite. Así es como llegan hasta el Colegio Bilingüe para sordos “Laurent Clerc”, establecido hace poco más de un año en el norte de Antofagasta, asisten a él niños desde los tres y hasta los dieciocho años, si bien no todos son niños de escasos recursos, entre fonoaudiólogos, psicopedagogos y psicólogos, cuesta bastante llegar hasta fin de mes.

Ximena logró incentivar a la mayoría de sus compañeros, cada uno apadrinó a uno de los veintiocho niños del colegio, visitándolos y creando un lazo afectivo. Lograron realizar dos fiestas, una para despedir el año en el parque Juan López y la segunda fue una fiesta de Navidad donde los niños disfrutaron de la sorpresa que les prepararon sus padrinos, compartiendo y desenvolviéndose en un ambiente de sordos y oyentes.

Tuvieron la visita, como no, del Viejito Pascuero, recibieron sus regalos muy emocionados y eternamente agradecidos de estas personas. Ximena al ver realizada la actividad que tanto la involucró, deja correr algunas lágrimas sobre sus mejillas. “Es tan fácil regalar cariño, cuando uno tiene los contactos y la buena voluntad, resultan cosas maravillas, como lo es el cariño que estos niños nos entregan” comenta.


Joel llega a casa agotado ya es de noche y se prepara para dormir junto a su madre, mañana deben seguir con la rutina. Su día empieza a las cinco de la madrugada, para poder ganarse el sustento. Por otra parte, Ximena después de estas actividades, junto a sus colegas de oficina deciden involucrarse más a fondo con los niños sordos de “Lauren Clerc”, luego que tras la actividad se crearan uniones afectivas muy fuertes.


Como estos grupos de personas generosas existen muchos en la comunidad antofagastina
, pero no lo suficiente. Es tan sencillo ayudar, sólo hay que abrir los ojos y conocer otras realidades, otras historias y buscar la manera de ser útil para que todos disfruten de una hermosa fiesta como los es la Navidad.







2 comentarios:

Somos los de Informativo 2008 dijo...

Me encanto tu crónica, la forma en que escribiste, pero creo que falto una fuente mas idónea, quizás un miembro de la municipalidad o algo así. pero aparte de eso me gusto mucho, aparte de que es súper humanitaria.
algunas cosas en la ortografía pero bien.

Nathalie Morales.

Unknown dijo...

Apropiación de estilo: 3
Calidad de la narración: 4
Aplicación de conceptos: 4
Idoneidad de las fuentes: 2
Valor Informativo: 4
Momento de la historia: 4
Corrección ortográfica y redacción: 2
Total: 23/28
Nota: 5.8